La cuota de mercado del diésel sigue cayendo en Europa Occidental. Sin embargo, según un estudio, parece que todavía no se ha tocado fondo.
La cuota de mercado de los vehículos diésel entre las matriculaciones de turismos nuevos en Europa ha alcanzado un nuevo mínimo. Solo el 27,2 por ciento de todos los automóviles nuevos registrados de enero a septiembre de 2020 en Europa occidental (UE15 más Suiza y Noruega) tienen un motor diésel, según el Centro de Investigación Automotriz (CAR) en Duisburg. A modo de comparación: en 2011, la participación del diésel en Europa occidental alcanzó un máximo histórico del 56,1 por ciento. Pero desde el escándalo del diesel en 2015, la proporción de motores diesel ha caído drásticamente.
El director de CAR, Ferdinand Dudenhöffer, asume que esta tendencia continuará en los próximos años. Según los expertos, el descenso de la cuota de diésel no se debe solo a la pérdida de imagen tras el escándalo de emisiones, sino también al aumento de los costes de adquisición debido a la limpieza de gases de escape más compleja y cara. Además, la electrificación en curso del tren motriz está alejando a los clientes de diésel. Los requisitos de CO2 cada vez más estrictos de la UE, la introducción de la norma de emisiones Euro 7, presumiblemente en 2025, así como las decisiones gubernamentales de prohibir los motores de combustión (Gran Bretaña a partir de 2030) marginarán aún más el diésel en Europa. Este ya es el caso de Holanda y Noruega, con cuotas de mercado del 4,5 y el 10,3 por ciento, respectivamente. En 2011, la participación del diésel en Noruega superó el 75 por ciento.
Dudenhöffer describe los “grandes SUV”, los grandes coches de empresa y las ventajas fiscales concedidas en Alemania como los “últimos baluartes” del diésel. Sobre todo, es este último el que aseguraría una participación de mercado comparativamente alta para el diésel en este país, actualmente del 29,9 por ciento. En países como Inglaterra o Suiza, que renuncian a los privilegios del diésel, la participación del diésel es correspondientemente más baja, con un 16,8 y un 23,0 por ciento, respectivamente.
En qué medida el diésel también se beneficia de las ventajas fiscales lo demuestra el auge de las matriculaciones de los híbridos enchufables actualmente muy subvencionados, que se han vuelto más atractivos gracias a una bonificación medioambiental y una fiscalidad favorable a los vehículos de empresa. En vista de la tendencia negativa sostenida del diésel, Ferdinand Dudenhöffer recomienda que los fabricantes de automóviles aumenten la gama eléctrica de los híbridos enchufables en lugar de invertir en el desarrollo de motores diésel.